Entre risas y llanto, Marian recibió a su hijo a las puertas de la cárcel de Yare en los Valles del Tuy, estado Miranda, este 16 de noviembre.
La mujer no pudo contener las lágrimas cuando escuchó que un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) nombró a su muchacho. El joven estaba en la lista de presos políticos que fueron excarcelados este sábado.
Marian había llegado a las afueras de este reclusorio a la una y media de la madrugada, junto a otras madres a quienes les informaron, el día anterior, que sus parientes podían ser liberados.
«Fue una emoción tan grande que no aguanté esperar hasta la mañana y salí de madrugada de la residencia donde estoy pernoctando, porque vivo en el oriente del país», declaró a El Pitazo.

El sudor por las altas temperaturas se confundía con las lágrimas de la mujer. Se notaba nerviosa. No tenía certeza de que su hijo estaba entre los excarcelados. «Yo confío en que saldrá en libertad, porque él tiene una patología y a ellos les están dando prioridad», señaló con un tímido optimismo.
En su opinión «el Gobierno no tendrá cómo pagar tanto daño». Por eso recalcó: «Dios se apiade del Gobierno, no se salvará de la justicia divina. Estos muchachos fueron torturados siendo inocentes. El daño psicológico que sufrieron, al igual que sus familiares, es irreparable», dijo totalmente convencida.
Cuatro horas después de esas declaraciones, el rostro de Marian se iluminó una vez que el uniformado de la GNB gritó el nombre de su hijo. Visiblemente emocionada y con los brazos en alto, caminó hacia el portón metálico del recinto penitenciario. A los minutos sus ojos estaban llenos de lágrimas.
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Marian salió abrazada con su muchacho y ambos fueron recibidos con aplausos y silbidos, al igual que los otros presos que fueron excarcelados este sábado. Para las tres de la tarde, sumaban 19.
«Esta es una alegría muy grande, gracias mi Dios», se le escuchó decir mientras llevaba de la mano a su hijo. «Te traje una comidita», le dijo emocionada.
A las afueras de la cárcel de Yare permanece un grupo de familiares de los detenidos postelectorales; en su mayoría, mujeres. Aunque algunas no se conocían, se han convertido en una gran familia. Se acompañan, comparten la comida y se dan ánimo unas con otras. «Tenemos el mismo dolor y el mismo deseo», afirma una de ellas al referirse a la lucha que han emprendido por la libertad de sus familiares.
Nota: la identidad de la declarante y la de su hijo, así como otros detalles, se reservaron por seguridad.