
Llegar a la parte alta de La Pedrera de la parroquia Antímano es como ver una escena de una película de huracanes: casas demolidas y calles repletas de basura. Un panorama desolador que se inició en el 2018, cuando los siete calles que conforman esta comunidad fueron declarados zona de alto riesgo.
Las 700 familias que todavía quedan no se explican cómo se demolieron casas de tres pisos y en buen estado.
“Después de la declaración de zona de alto riesgo, en 2008 el Gobierno comenzó a demoler casas para enviar a los propietarios a refugios o apartamentos de Misión vivienda. De verdad fue una locura porque fueron pocas casas las que cedieron por un movimiento de tierra y esto no ocurrió en todos los planes que conforman La Pedrera", contó María Rodríguez, habitante del plan uno.
Rodríguez señaló que por ser docente en la escuela Dr. Prisco Villasmil, la única que queda en el sector, le comentaron que en los años 60, donde actualmente está asentada La Pedrera, era una cantera de piedras, en la que se usaban explosivos. La vecina presume que esto pudo causar la fragilidad del terreno.
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“El Gobierno de Chávez, en 2008, se apresuró al hacer esta orden de desalojo poniendo a vecinos que tenía sus casas en buen estado en una situación incómoda. Aquí demolieron viviendas de tres pisos con sus estructuras perfectas. Fue un caos, desde el 2008, 2009 y 2010 porque destruyeron tanto casas afectadas como en buen estado. No es justo que vivamos con este temor», lamentó la Rodríguez.
Recuerdan los vecinos que unos meses antes de derribar unas casas en el 2008, se le aprobó a uno de los consejos comunales una buena cantidad de dinero para hacer mejoras en esta comunidad. Acotaron los consultados que los comuneros aprovecharon este hecho para asegurarle a la gente del Gobierno que era necesario, urgente, sacar a toda la población de La Pedrera. Con la idea que se olvidarán del dinero que le habían dado.

Incertidumbre latente
Bajo el sol inclemente de la tarde ascienden varios vecinos por la calle, que tiene un buen trecho sin asfaltado. Les toca caminar, ya que trabajan pocas unidades de transporte después de la hora del almuerzo. El único vehículo disponible es el de su vecino Aníbal Gutiérrez, que con su jeep marrón está dispuesto a trasladarlas Son 30 años cumpliendo esta labor, que es reconocida por los habitantes de los diferentes sectores.
Del jeep de Aníbal vemos que se baja la señora Olivia Moya, enérgica y activa. No parece que tuviera 70 años de vida. Esta vecina del quinto plan de La Pedrera nos buscó para explicar cómo fue el día en que le derrumbaron su hogar. “Fue mientras trabajaba, no lo creía, me quería morir, ahora vivo con mi hija, me toca defender su casa".
Oliva no sabe qué va pasar si reactivan esta orden. “No hemos hecho ninguna mejora en la casa, la tenemos al descuido porque tememos que en cualquier momento nos saquen".

Sin agua y con servicio eléctrico inestable
Al consultar cómo funcionaban los servicios públicos en la zona, la señora Moya explicó que debido a las fallas eléctricas tiene dos neveras dañadas. “Por esto nadie nos responde y ni hablar de la falta de agua ya vamos para un mes sin nada de líquido por las tuberías".
El transporte también es escaso. Ostilio Hernández, vecino de esta comunidad, intervino para decir que también perdió su casa en 2008, lo que lo llevó a refugiarse en un tráiler, estructuras que sirvieron de viviendas a las 400 familias fundadoras que estaban damnificadas por lluvias en el 1974.
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Delia Rojas, vecina de Moya, se queja de que ya no puede estar cargando tobos de agua, sus más de 60 años no se lo permiten. Lamentó al igual que nuestra guía, la docente María Rodríguez y su esposo José MIllán, que ante tantas carencias con los servicios públicos se sienten olvidados, invisibles por los que gobiernan actualmente.
Los vecinos indicaron que cada día los encargados del Clap les hacen más complicado comprar las cajas no solo porque la entregan cuando les da la gana, sino porque vienen con pocos productos. “Para completar los alimentos vienen dañados, los granos, el arroz con gorgojos. Uno gasta toda una bombona para cocinarlos por los duros que son", acotó Delia Rojas.
La risa de Olivia contagia al grupo cuando cuenta lo que le hizo a su familia, la leche en polvo de una de las últimas cajas que compró. “Todos nos pusimos mal del estómago. A este régimen no le importa la salud de los ciudadanos. Lo demuestran cuando nos venden los productos en mal estado", reiteró la vecina.

Una sola escuela e incomunicados
En 2009 y 2010 derrumbaron el Liceo y Preescolar de La Pedrera, sólo queda la escuela de Fe y Alegría Dr. Prisco Villasmil. No cuentan tampoco con un centro de diagnóstico integral (CDI). Les toca bajar al casco de Antímano para ser visto por algún médico.
A la salida del equipo reporteril, la señora Juana Guzmán explicó que desde hace más de 10 años no cuenta con Cantv ni con Aba. Las 700 familias de La Pedrera viven temerosas de ser desalojadas y quedarse incomunicadas.
“Que bueno que este medio nos visitó porque aquí nos tienen olvidados. Le pedimos que no se olviden de nosotros, que nos visiten otra vez, que sigan atentos de esta situación porque aquí lo que sobra son necesidades. Aquí necesitamos que revisen esa idea de dejarnos fuera de nuestros hogares, no nos vemos viviendo en otro lugar", señaló preocupada.
Al igual que la virgencita que fue robada en el pequeño altar de la entrada de esta comunidad, a estos vecinos le robaron su tranquilidad. Sus derechos como ciudadanos venezolanos, así lo refirió la docente Rodríguez, quien espera que se detenga esta orden porque ningún vecino quiere vivir en otro lugar. “Cómo no querer a La Pedrera si la hicimos con nuestras propias manos".
Rodríguez dijo finalmente que la apatía y el miedo a perder la caja Clap son los grandes polos a vencer en La Pedrera, “pero aquí seguimos porque mientras haya vida, hay ideas que poner en práctica, por suerte, quedamos muchos que queremos recuperar nuestra comunidad".
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