Caracas.- La próxima jefa de gabinete de Donald Trump, Susie Wiles, se encargará de vigilar el buffet de intereses poderosos que buscan algo del empresario, que asumirá su segunda presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2025.
A sus 65 años, «la dama de hielo», como la llama Trump, goza de una larga carrera política, sin dejar de lado la representación a una cadena de televisión venezolana.
Wiles, Gorrín y el gobierno de Maduro
Wiles estaba asociada a Ballar Partners, una firma regional encargada de cabildear a favor de las empresas de Trump en Florida. Al instalarse en Washington tras la victoria que llevó al magnate a su primera presidencia, Ballard se convirtió en un actor dominante, que recaudó más de 70 millones de dólares en honorarios de cabildeo durante ese periodo, señala la agencia AP.
La mayor parte de estos clientes eran entidades simples con objetivos obvios: General Motors, algunos hospitales infantiles, constructoras de viviendas y la ciudad de Jacksonville.
En el año 2017 se registró como cabildero de la cadena de televisión venezolana Globovisión, perteneciente a Raúl Gorrín, quien es un empresario acusado en Miami por lavado de dinero.
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En el año 2013, Gorrín adquirió la emisora y desde entonces suavizó la cobertura antigubernamental. Asimismo, contrató a Ballard para recibir asesoría sobre «políticas y regulaciones gubernamentales generales», tal como lo muestran las revelaciones del lobby. En vez de trabajar con agencias que supervisan las telecomunicaciones, el lobby de Ballard se enfocó en la Casa Blanca. Entonces fueron pagados 800.000 dólares por un año de trabajo.
Las intenciones de Gorrín
El presidente de dicha firma, Brian Ballard, aseguró que para él era claro que las intenciones de Gorrín no estaban limitadas al negocio de los medios. El empresario tiene varias propiedades lujosas en Miami y se había posicionado por mucho tiempo como un puente entre el gobierno de Nicolás Maduro y los funcionarios estadounidenses.
En el momento de dicha representación, Gorrín lideraba una silenciosa ofensiva de encanto para el gobierno de Maduro, que buscaba acercarse más a Trump en uno de los momentos de más escasez de alimentos, delitos violentos e hiperinflación.
Empezó antes de que Trump asumiera el cargo cuando Citgo, una subsidiaria de Pdvsa, aportó un donativo de 500.000 dólares para la inauguración de Trump.
«Era un fraude y tan pronto como supimos que era un fraude, lo despedimos», dijo Ballard. «Nos pedía que preparáramos muchas cosas, en Los Ángeles y Washington, y luego no pasaba nada. Todo era una fantasía. Él sólo quería usar nuestra firma".
El trató culminó en 2018 y unos días después, los fiscales federales de EE. UU. revelaron cargos contra Gorrín por supuestamente usar el sistema financiero estadounidense para darle a funcionarios venezolanos aviones privados, un yate y caballos campeones de salto como parte de un plan de préstamos falsos perpetrado por personas con información privilegiada para saquear las arcas del Estado.
Recientemente, recibió una segunda acusación, también en Miami, de estar involucrado en otro presunto plan para desviar mil millones de dólares de Pdvsa.
No tuvo mucho que ver
Ballard detalló que Wiles no tuvo casi ningún papel en la gestión relacionada a Gorrín o a otros clientes en los que aparece como cabildera. Asimismo, la reconoce como «una persona directa», muy organizada y «dura como una roca».
“Ella es el tipo de persona que quieres en una trinchera", dijo. “Le servirá bien al presidente".
En el primer mandato de Donald Trump, Maduro llevó a cabo una ofensiva de paz que procuraba contratar al menos otros dos cabilderos, pero fracasó. En 2019, la Casa Blanca anunció duras sanciones petroleras contra el gobierno de Venezuela y reconoció a Juan Guaidó como el presidente legítimo del país. Luego, en 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a Maduro de cargos federales de tráfico de drogas en Nueva York.
Hasta el momento, Gorrín ha negado haber cometido algún delito y sigue prófugo. Tuvo una entrevista breve con AP, en la que mencionó que Wiles es una «dama» que siempre actuó profesional y humanamente.
Para Ballard, haber trabajado con Gorrín fue un «gran error», por lo que espera que en el futuro sea más controlado el acceso tanto a la Casa Blanca como a su firma: “Aprendimos mucho", dice, “y también el presidente".