Valles del Tuy.- Micaela habla despacio y pausado. Su tono de voz denota tristeza. A ratos llora, pero se seca las lágrimas y retoma la conversación. “Estoy quebrada", dice mientras frota sus ojos con un pañuelo y, a la vez, se seca el sudor. La temperatura superaba los 30 grados centígrados.
A pesar del calor, Micaela llevaba cuatro horas a las puertas de la cárcel Yare III en los Valles del Tuy, estado Miranda. Hace dos meses renunció a su trabajo como enfermera y a su cotidianidad. Su vida está enfocada en lograr la libertad de su hijo. “Yo también estoy presa", afirma.
El hijo de Micaela fue detenido el 30 de julio en el estado Anzoátegui. Ese día un grupo de ciudadanos salió a protestar por los resultados ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) que daban como ganador de la elección presidencial a Nicolás Maduro, pero sin mostrar las actas.
“Las calles estaban encendidas. Había mucha molestia porque se cambió el resultado. Todo el mundo sabe que ganó Edmundo González, pero ellos —en alusión al Gobierno— no lo quieren aceptar", afirma convencida.
Micaela reconoce que su hijo, de 26 años, estuvo en las manifestaciones postelectorales, pero no aprueba que lo llamen terrorista, traidor ni criminal. “Quienes están traicionando a la patria y violando los derechos humanos de los venezolanos son otros", acota.
La mujer recuerda que una semana antes de la elección presidencial del 28 de julio su muchacho le prometió que en un par de años tendrían una casa nueva y un mejor nivel de vida. El joven, graduado de ingeniero en sistemas, había conseguido un trabajo con buena remuneración.
“Cuando lo contrataron me dijo: ‘Mami, pronto no vas a tener que trabajar más, porque yo te voy a mantener’. Ahora está tras las rejas, a pesar de que es inocente, ya que nunca participó en ningún hecho violento. Manifestar pacíficamente, con una bandera en la mano, no es delito", resalta.
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En carne propia
El encierro de su hijo lo vive Micaela en carne propia. “Aunque uno está afuera, se siente atado, con angustia, ansiedad, preocupación", admite.
Esos sentimientos marcaron un antes y un después en la vida de esta mujer, quien se mudó a los Valles del Tuy para estar cerca de su hijo. Su esposo se quedó en Barcelona al cuidado de su otro hijo de 12 años.
“Ha sido un cambio drástico; tuve que abandonar a mi pareja y a mi hijo para enfrentar esta lucha, sin armas, sin recursos, solo aferrada a Dios", destaca entre lágrimas.
Pisar una cárcel fue algo nuevo para ella. La primera vez que entró sintió escalofríos. El momento más duro fue la requisa, según menciona. “Somos personas honestas, trabajadoras, no estamos acostumbradas a estas cosas. Metieron presa a gente inocente. Quisiera que alguien me escuchara, porque se están cometiendo muchos errores".
La proximidad de la Navidad es motivo de inquietud para Micaela. No quiere pasar esa fecha lejos de su hijo mayor, pero tampoco quiere dejar solo al más pequeño. Por ello le toma la palabra al presidente Nicolás Maduro, con la esperanza de que la fiscalía y el tribunal que llevan la causa de su hijo revisen el caso.
“El presidente Maduro sabe que se cometieron excesos, y aunque el daño físico y mental ya está hecho, nunca es tarde para rectificar. Ojalá que se revisen todos los casos de los detenidos postelectorales, como él lo solicitó, y se haga justicia. Queremos pasar las Navidades sin que haya presos políticos", indicó Micaela a El Pitazo el 12 de noviembre.