Caracas.- Tres horas fueron suficientes para que se rearmara el despacho de Asuntos Comunitarios que dio a la gestión de Carlos Ocariz en Sucre el logro de conectar a todo un municipio desde sus bases. Pero esta vez, el encuentro no fue para reuniones políticas, planteamientos de apoyo o reuniones para protestar.
Este martes, 25 de agosto, los líderes comunitarios que hoy recorren Petare para acompañar a su gente y contar sus problemas, se encontraron en el patio de la Funeraria El Rosal para despedir a uno de sus bastiones: el exconcejal Junior “mocho" Pantoja.
Ni el distanciamiento social, ni la amenaza que representa la pandemia hicieron que aquellos que quisieron en vida al dirigente de Primero Justica Junior Pantoja se abrazaran y lloraran justos por su muerte. Una muerte que muchos consideraron acelerada por las condiciones de salud generadas en un encarcelamiento de 50 días, hace dos meses.

“A Junior le faltó tiempo para seguir ayudando", le dijo un hombre a Carlos Valbuena, el yerno de Pantoja y seguidor de sus pasos en José Félix Ribas, cuando se acercó a dar el pésame. En el salón todos hablaban de su buen humor, de sus bromas a los amigos, de su amor infinito por la familia y sobre todo de su liderazgo que los cobijaba y orientaba.
Julio Yánez, uno de los amigos más cercanos de Pantoja y líder comunitario de Maca, en Petare, fue el primero en recordar como el “mocho" aprovechaba cualquier oportunidad para reír y ayudar a los demás.
“Siempre me llamaba, para contarme sus planes o cómo habían crecido los comedores… Estaba feliz de haber vuelto a su casa, a su barrio y a su gente y mira lo que viene a pasar", expresó haciendo referencia a su fallecimiento este 23 de agosto, luego de varios días hospitalizado en el Domingo Luciani por complicaciones asociadas a problemas respiratorios, a los que se sumó su diabetes y la hipertensión que padecía y que se agravó durante la prisión.
Otros dirigentes vecinales como Vicente Páez de Fechas Patrias y Ana Karina Vital de El Llanito coincidieron que la de Pantoja, es una pérdida difícil de aceptar para tantos jóvenes como ellos que conocieron Petare y se hicieron un niño en el mundo de la política y el liderazgo de la mano de Pantoja.
“La gente ha ido a la casa a preguntar en qué puede ayudar, a decirnos que quieren apoyar en las obras que él inició y por eso estamos seguros de que vamos a continuar su trabajo", dijo a El Pitazo Carolina Pantoja, una de las nietas del exconcejal y la que siguió sus pasos en la política.
La joven recordó el trabajo de su abuelo alimentando niños en los comedores populares de José Félix Ribas y aseguró que toda la familia mantendrá el trabajo del dirigente de Primero Justicia para garantizar que su legado no se pierda.
Pantoja tenía 58 años, era diabético, le faltaba un brazo y se inyectaba insulina tres veces al día. Sin embargo, sus condiciones médicas no amilanaron nunca su ánimo y sus ganas de trabajar. Entre sus vecinos lo recordarán como la cabeza de un hogar dónde acudir y para toda su familia seguirá siendo más que un político, un hombre al que sus obras lo definen.