El agudo conflicto electoral venezolano en el que dos candidatos, el del gobierno y uno de la oposición, dicen haber ganado, da giros desde el mismo momento en que se anunciaron los primeros resultados de las recientes elecciones presidenciales en ese país.
El giro más reciente en la diatriba sobre quién será el presidente de Venezuela a partir de enero de 2025, es la aparición de una carta firmada por el abanderado de la oposición y mostrada en Caracas por el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, mientras, el candidato de la oposición que reclama su triunfo, hace público un comunicado explicando la razón de esa carta. Lo hace desde España, donde está asilado desde hace unas semanas debido a la persecución que sufría en su país.
La carta dice el motivo
En la carta hecha pública en Venezuela, el abanderado de la oposición venezolana reconoce el triunfo del competidor gubernamental y la firma con su puño y letra. Además, se han mostrado fotografías en las que el candidato opositor firma la carta frente a la vicepresidenta de Venezuela y el Presidente de la Asamblea Nacional de ese país.
Casi que simultáneamente a la muestra de la carta en Caracas, aparece en las redes, un comunicado del abanderado de la oposición venezolana en el que reconoce la existencia de la carta y denuncia que fue firmada «bajo coacción y amenazas» por parte de los funcionarios del gobierno venezolano. Si quería volar para España debía firmar la carta de reconocimiento primero, le habrían dicho.
La firma de la carta en la que el abanderado de la oposición venezolana reconoce el triunfo del candidato oficialista y, por tanto, su derrota en las elecciones presidenciales, se realizó en la residencia de embajador de España en Caracas, pocas horas antes de que el candidato opositor salera hacia España en condición de asilado.
Movimientos confusos
La salida a España del candidato que reclama la presidencia de su país fue un movimiento confuso para muchos de quienes le apoyaron y salieron a las calles a defender su triunfo. No es usual que el capitán del barco se monte en un bote salvavidas dejando al resto de la tripulación y pasajeros en el barco que naufraga.
Se ha dicho que la vida del candidato opositor corría peligro en Venezuela (como la de mucha gente en ese país). En efecto, todos los movimientos del gobierno eran amenazantes y podían ir a más. Esa persecución era imaginable, inclusive antes de las elecciones. No había que ser muy agudo en política para saberlo y quien se metió en esa competencia electoral tenía que saber lo que le podía venir el día después, ganara o perdiera. Si no lo sabía o presumía, le faltaba ojo, olfato y conocimiento del terreno que pisaba. Las recientes elecciones presidenciales en Venezuela fueron un juego de tronos, sin complacencia.
Después del conocimiento del resultado de las elecciones, mucha gente salió en defensa del triunfo del abanderado de la oposición y a protestar por la proclamación del candidato del gobierno sin mostrar las actas que lo confirmaran.
En las protestas que siguieron por la proclamación del candidato del gobierno como ganador, murieron cerca de 20 personas, fueron heridas muchas más y apresaron a unas 2.000. No fue poca cosa. Mientras en las calles y barrios de Venezuela, se protestaba. el abanderado de la oposición -a confesión de parte, días después – salvaguardaba su vida guareciéndose en una embajada en la que siguió por los días que siguieron.
Que un líder salvaguarde su vida es un derecho de toda persona y humanamente comprensible, pero que el líder proteja su vida en una embajada, mientras miles la exponen en la calle, es una conducta, como mínimo, confusa.
La firma
Semanas después del viaje del abanderado opositor al exterior en condición de asilado – lo cual le impide volver a Venezuela mientras las actuales condiciones políticas permanezcan en ese país – aparece la carta firmada por él y la justifica diciendo que lo hizo “bajo presión”, en circunstancias en que su vida corría peligro.
La razón de una firma bajo coacción es humanamente comprensible, y legalmente invalida al documento, pero, en política y en momentos tan difíciles como los que vive Venezuela, la debilidad de cualquier líder ante una amenaza del enemigo confunde a sus seguidores. Se ha podido negar a firmar, ya estaba bajo protección en una embajada, pero él decidió hacerlo para que lo dejaran salir al exterior. Le faltó guáramo, dirían en mi pueblo.
Firmar una carta que dice lo contrario a lo que se defiende o se cree, aún bajo la certeza de que la vida «corría peligro” o se piense que siendo líder se «es más útil vivo que muerto”, puede ser una indiscutible verdad, pero también debe confundir a quienes están en prisiones venezolanas donde su vida corre peligro y a las madres de los adolescentes muertos o presos en las protestas postelectorales que aún cuando también piensen que sus hijos fuesen más útiles vivos que presos o muertos o, no tuvieron la opción de decidir. Esa firma hiere.
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