Durante 104 días, Jairo y su hija estuvieron confinados en tres refugios y un hospital de campaña en Apure, a la espera de que la administración de Nicolás Maduro los trasladara a Portuguesa, donde les esperaba su familia. “Fueron tres meses de hambre y vejaciones: como estar en prisión", contó el joven de 28 años a El Pitazo