Los familiares y allegados de presos políticos alzaron la voz una vez más para denunciar las condiciones inhumanas en las que se encuentran sus seres queridos en los distintos centros de reclusión del país, donde los someten a aislamientos prolongados y les suministran alimentos descompuestos o con gran cantidad de picante que les afecta su salud.
Esa situación la denunció Luisa Barrios, madre de Luis González, joven detenido en Tocorón desde hace casi seis meses. Aseguró que durante su última visita la semana pasada a este centro de reclusión, pudo observar que varios de los presos políticos tenían fiebre y presentaban sangrado en las heces debido al picante que les suministran en las comidas.
Aunque desconocen las razones por las que les están suministrando este tipo de alimentos a los detenidos, creen que se trata de ciertos castigos por no seguir las órdenes que les imponen tanto a los detenidos como a sus familiares. Recordó que son al menos 400 presos políticos en este centro de reclusión que están esperando su libertad porque no cometieron ningún tipo de delito.
ONG Foro Penal computa 1.601 presos políticos en Venezuela
Diego Casanova, miembro del Comité por la Libertad de los Presos Políticos de Venezuela (Clippve), precisó que en los últimos días se han registrado algunas excarcelaciones, pero quedan al menos 1.500 presos políticos. «Para nadie es un secreto que a partir del 28 de julio se desató una ola de represión en el país, donde los más pobres fueron unos de los más afectados».
Rita Elena Machado es madre de dos presos políticos recluidos en Tocuyito desde hace seis meses. También rechazó las condiciones inhumanas en las que se encuentran y denunció que les dan comida descompuesta. En ese sentido, pidió la excarcelación de sus seres queridos y aseguró que están detenidos sin haber cometido ningún delito.
Presos con dueños
Mientras hay un grupo de familiares a quienes les permiten la visita en los distintos centros de reclusión, hay otros que tienen meses sin saber de los detenidos, pues no los dejan ver debido a aislamientos prolongados. Tampoco les suministran información sobre el estado de salud de cada uno.
Algunas madres y esposas explican que el Estado trata de distintas formas a los presos políticos. Con unos las torturas y amenazas son más intensas que con otros. Afirmaron que cada detenido tiene una especie de dueño, quien es el que decide si lo visitan o no.
Uno de esos casos es el de Freddy Superlano, dirigente de Voluntad Popular detenido hace casi seis meses. Su esposa Aurora Silva aseguró que ni ella ni sus hijas han podido ver a su esposo en ninguna oportunidad.
«No tenemos ningún tipo de información. Solo nos alegan que se trata de un caso pesado que requiere autorización directa de Presidencia para que podamos verlo», comentó Silva.
Otro de los detenidos al que mantienen en aislamiento prolongado es al activista político Jesús Armas, quien se encuentra recluido en El Helicoide. Sairam Rivas, pareja del detenido, aseguró que constantemente los someten a torturas, al igual que a sus familiares.
«La única comunicación que tenemos con ellos es a través de un papel. Hacemos un llamado a los jueces y fiscales para que no se presten al horror de los crímenes de lesa humanidad que se cometen en Venezuela», agregó.
Francys Hernández, pareja del periodista y activista Carlos Julio Rojas, detenido en El Helicoide, aseguró que es injusto para todos los presos políticos la situación en la que se encuentran a pesar de no haber cometido ningún delito.
«Hoy los ves planificando elecciones, mientras se cometen graves delitos en los centros de reclusión. El gobierno pretende que los familiares no levantemos la voz, pero estamos luchando para que se den condiciones y nuestros familiares puedan salir de ahí», sentenció.
Los familiares de los detenidos por razones políticas exigen la libertad para todos y urgen a la comunidad nacional e internacional a continuar acompañando a las víctimas hasta que ninguna persona esté injustamente encarcelada por razones políticas y haya garantías plenas para los derechos humanos.