Caracas.– Esmeralda Villamizar vive en el piso 10 del bloque dos de la Urbanización Diego de Lozada, en la parroquia La Pastora. Como el ascensor solo funciona un par de horas al día, la mayoría debe utilizar las escaleras. Mientras baja, se encuentra a un vecino del piso ocho y le pregunta cómo está. “Con un dolor aquí en la espalda, terrible. Eso es por tanto cargar agua. Ocho pisos cargando botellones, imagínate tú”, le responde él.
Desde hace 18 días, los habitantes de los tres edificios del conjunto residencial no reciben agua por las tuberías. Son 450 familias afectados, de acuerdo con el registro de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap). Esmeralda asegura que ha llenado todo lo que ha podido en su casa: botellas, botellones, envases de refresco, ollas, envases y hasta vasos.

Como ella, muchos de sus vecinos y vecinas, pero llenar todos los tobos de las casas es insuficiente. Luego de casi tres semanas sin agua, deben comprar agua a diario para poder hidratarse, cocinar y mantener limpios, sobre todo, los baños. José Arrieta compra tres botellones cada día, lo que suman casi 60 litros. Con eso debe mantener limpia la casa. Cuenta que su mamá, de 90 años, utiliza muy seguido el baño y eso hace que requiera tanta agua. Semanalmente, José puede gastar hasta 84.000 bolívares, lo que significan dos salarios mínimos mensuales. Admite que puede pagar por agua porque su trabajo como asesor independiente se lo permite.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que se tiene acceso al agua potable “si la fuente de la misma se encuentra a menos de un kilómetro de distancia del lugar de utilización y si se puede obtener de manera fiable al menos 20 litros diarios para cada miembro de la familia”. Pero eso es mucho más de lo que Elio Guillén puede pagar. Cada tres días recarga por un botellón para su familia de tres miembros. Utilizan el líquido únicamente para hidratarse y cocinar.
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Elio asegura que las fallas con el servicio comenzaron hace más o menos seis años, cuando el asfalto de uno de los estacionamientos se hundió y se rompió una de las tuberías que suministraba agua desde la parroquia Altagracia. Él insiste en que eso lo ha hablado muchas veces con los ingenieros de Hidrocapital en las mesas técnicas, pero ha sido ignorado.

Hidrocapital no asume las fallas
María Useche se levantó a las seis de la mañana para acarrear agua desde la Urbanización Diego de Lozada hasta la entrada de la avenida Boyacá, conocida como Cota Mil, donde algunas familias improvisaron una toma en una construcción abandonada. El lugar queda a más o menos tres kilómetros de su casa. En una mañana hace hasta tres viajes, carga 32 litros cada vez, para poder abastacerse suficiente para el día.

Ella llama constantemente a Hidrocapital para hacer el reporte y la única respuesta que recibe siempre es que esa es una zona en reparación. María cuenta que los operadores aseguran que la deficiencia se debe al apagón del 20 de agosto que afectó a 11 estados. “Los operadores no pueden hacer nada, son casi que terapeutas, te escuchan y ya”, dice.

Durante la tarde del miércoles 28 de agosto, un grupo de habitantes del sector protestaron en la avenida Baralt, justo en el límite que conecta con la Cota Mil. Durante una hora, trancaron la entrada de la avenida para exigir la restitución del agua. A diferencia de otras manifestaciones, Hidrocapital no atendió las demandas, en cambio, una comisión de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) prometió interceder ante la Alcaldía de Libertador para conseguir la dotación de un camión tipo cisterna para transportar 10.000 litros de agua este jueves 29.
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