
Clarines.- Las calles polvorientas del sector Santa Cruz, ubicado en la población de Clarines, al oeste del estado Anzoátegui, son reflejo de la desidia y el abandono. Desde la entrada de la popular comunidad se pueden ver los improvisados canales con láminas de zinc que han ideado para llenar los tanques de agua en sus hogares.
“Aquí solo reciclamos el agua cuando llueve y con lo poco que podemos almacenar nos hidratamos, nos bañamos y cocinamos. Cuando queremos lavar nos vamos a una laguna cercana, la cual está cada vez más seca, y donde actualmente hay más lodo que agua clarita".

Denunció Zenayda Rojas, quien a sus 57 años de edad le ha tocado cargar baldes de agua hasta su casa para poder hidratar las plantas de frijoles que pudo cosechar para garantizar la alimentación de algunos de sus 15 nietos.
Su rostro se muestra cansado y resignado a las penurias que vive a diario para seguir en pie junto con los integrantes de su familia. Ella cuenta que hace un par de años lograron surtir a través de tuberías a los hogares de Santa Cruz, pero la alegría les duró poco, pues a los meses retornó la sequía y la búsqueda de agua para sobrevivir.
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Asegura que incluso comprar bombonas de gas se ha convertido en una tortura para los habitantes de la localidad, quienes no cuentan con recursos para ello; por lo que se han arriesgado a tomar el agua que almacenan sin ningún control sanitario.

“Tuve nueve hijos y a todos los crié en este sector. Muchos se han ido en la búsqueda de una mejor calidad de vida, pero yo sigo aquí; aguantando mis penurias para no convertirme en una peso para nadie", dice Rojas.
En los terrenos de la localidad, la mayoría de los moradores siembran frojoles, hortalizas y algunas frutas y es con lo que obtienen que se alimentan. Otros tienen mayor suerte y consiguen mantener algunos animales en la montaña para llevar a sus hogares, al menos, dos veces por año.
Ellos piden a gritos a las autoridades que atiendan sus necesidades, las cuales se han extendido a la U.E. Santa Cruz, donde más de 50 niños no han iniciado clases por falta de agua, alimentos y condiciones aptas para mantenerse dentro del aula.
Las denuncias fueron recabadas durante un arepazo informativo realizado por representantes de la ONG Aprender Haciendo, quienes visitaron la comunidad en compañía con el equipo reporteril de El Pitazo, a quienes los residentes locales decidieron revelar sus quejas.
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