Hagan lo que hagan, los hombres de hoy y de mañana tendrán que enfrentar el muro irreversible de la vida e historia del planeta. La estabilidad y sustentabilidad racional de las sociedades contemporáneas, junto al avance de la ciencia y la tecnología, podrían abrir un camino alternativo a la supervivencia de las especies que aún habitamos la tierra.
Por: Alberto Navas Blanco
Independientemente de la emergencia surgida de la guerra generada por la invasión de la Federación Rusa contra Ucrania, que ha producido un nuevo ambiente de prioridades mundiales, la humanidad y sus gobiernos se han pasado por alto grandes variables macroestructurales determinantes en cuanto al destino de la vida en el planeta.
No solamente para con las comunidades depredadoras de seres humanos, sino también para con las especies animales y vegetales sometidas a un proceso de extinción desde hace ya miles de años.
Tales prioridades han estado orientadas a asegurar los suministros de energía y de alimentos, dejando atrás o de lado, la urgencia por actuar contra el cambio climático, y el calentamiento global han sido postergados a un segundo plano.
Por todo ello, la llamada “transición energética" se encuentra hoy diferida y desorientada por la falta de comprensión profunda de los fenómenos humanos y naturales.
En primer lugar, “lo que no se puede hacer": por mucho que se realicen eventos y acuerdos regionales y mundiales para frenar y contrarrestar las causas humanas del deterioro ambiental global, hay que recordar que siempre estarán presentes otras causas de mayor nivel de complejidad en el escenario macroestructural de la vida del planeta tierra.
Recordemos que el planeta arribó a sus 4.000.000.000 de años de antigüedad, mientras que la presencia depredadora de los hombres apenas alcanzaría unos dos millones de años.
Hoy se conoce que hacen unos 2.400.000.000 de años el planeta vivió su primera gran glaciación (conocida como Huroniana) que mantuvo a la tierra congelada por unos 300 millones de años, cuando aún ni se plantaba la posibilidad de vida compleja en el planeta.
Desde aquel hiperremoto tiempo, sobre todo durante el cuaternario que aún vivimos, se han sucedido innumerables períodos glaciales (de entre 70 y 90 mil años de duración) intercalados por etapas más cortas de tiempos interglaciares de calentamiento planetario (entre 10 a 30 mil años de duración).
Según las denominaciones de Europa central estás glaciaciones fueron Gunz (hace 1.100.millones de años), seguida por las de Mindel, Riss y Wurm, con sus respectivos períodos interglaciares. Esta última glaciación de Wurm, se inició hace 80.000 años y fue conocida directamente por los seres humanos, mejor conocidos como aquellos cavernícolas de la Edad del Hielo.
En consecuencia, desde hace unos 12.000 años o más parece que estamos viviendo el desarrollo de una etapa interglaciar de calentamiento, cuyos efectos desastrosos no sabemos hasta cuándo van a llegar, ni los efectos que pueda causar en un planeta habitado por humanos depredadores y contaminadores
En segundo lugar, la humanidad arribó a la apocalíptica cifra demográfica de 8.000.000.000 de habitantes, reclamando una demanda mundial creciente de energía que se podría triplicar hacia el año 2050, sobre todo en el llamado “Sur Global" que encabezan India y China.
Esta carrera hacia el abismo, solo será enfrentada con paliativos de energías alternativa, eólica, solar, el hidrógeno y el retorno nuclear. El carbón, el petróleo y el gas al tender a agotarse quitarán la base de “bienestar" a la que nos costumbramos desde comienzos del siglo XX, y eso va a ser tan duro como una guerra global, pues lo privilegiados no van a renunciar a sus ventajas y los aspirantes a ser `privilegiados van a tener que adaptarse por la fuerza inexorable de la realidad.
Para sobrevivir “un tiempo más" el mundo tendrá que recurrir a soluciones drásticas: vehículos eléctricos para minorías pudientes; transporte colectivo masivo y eficiente; subir el precio de los combustibles fósiles a niveles reales y no del mercado especulativo (mínimo hoy 200 USA $ por barril).
Otras medidas son: limitar la aviación a necesidades estratégicas; volver a los grandes buques para los viajes de larga distancia, controlar la natalidad de manera real y eficiente, impulsar otras fuentes alternativas de energía a precios accesibles,
A fin de cuentas, tarde o temprano, la naturaleza se encargará de producir la próxima extinción en el planeta, que no es la primera vez que ocurre. La humanidad tendrá que pagar el precio de su ceguera por haber creído en la falsa idea del “progreso".
Hagan lo que hagan, los hombres de hoy y de mañana tendrán que enfrentar el muro irreversible de la vida e historia del planeta. La estabilidad y sustentabilidad racional de las sociedades contemporáneas, junto al avance de la ciencia y la tecnología, podrían abrir un camino alternativo a la supervivencia de las especies que aún habitamos la tierra.
Si no es así, solo nos queda la alternativa de esperar y rezar, pues seguimos ignorando que no somos ni la primera ni la única especia que ha vivido en el planeta Tierra.
ALBERTO NAVAS BLANCO |
Licenciado en historia de la Universidad Central de Venezuela, doctor en ciencias políticas y profesor titular de la UCV.
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