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sábado, 29 marzo, 2025

La era de la impiedad

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Por Andreina Mujica

Trump suena como un estallido. Haciendo honor a su apellido, eso ha sido en sus primeros dos meses. Donald es lo más parecido a la «pega loca», en apariencia un tubito normal que te va a ayudar a solucionar cosas. Pero, en cuanto le das salida al pegamento instantáneo, la gotita se desparrama, pega dedos, arranca piel, se esparce y no detiene su flujo; salpicando y pegando cosas que no deben unirse jamás para luego dejarte exhausto, prometiendo no adquirirla de nuevo. Pero reincides, tu memoria es frágil y buscas soluciones drásticas.

La vuelta de Donald Trump a la presidencia en 2025 marcó un giro drástico y dramático en la política migratoria de EE. UU. afectando especialmente a los venezolanos, pues parece que salir de Venezuela significa pertenecer a bandas criminales. Se acabó la presunción de inocencia. Los Estados Unidos ya no son el sueño americano, se han convertido en la pesadilla trumpista.

En menos de 100 días, Trump eliminó el programa CHNV, cerrando una vía legal de ingreso, y otorgó mayor discreción a las autoridades para deportar a los solicitantes de libertad condicional. Además, revocó la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) aprobado por Biden, lo que hará que las protecciones expiren en dos etapas durante el 2025.

Con el cierre del asilo, la suspensión de CBP One y la eliminación del programa CHNV, que permitía a ciudadanos de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela solicitar ingreso humanitario a EE. UU.; miles de migrantes quedan atrapados en la incertidumbre, sin opciones legales para regularizar su situación.

En sectores fronterizos como Ciudad Juárez, la falta de alternativas ha llevado a muchos a depender de redes informales o criminales para sobrevivir, exponiéndose al riesgo de explotación, violencia y abuso. Los migrantes recurren a viviendas clandestinas y a refugios improvisados, quedando a la merced de grupos delictivos que operan en la región.

La historia demuestra que las políticas de disuasión no frenan la migración, sino que la hacen verdaderamente riesgosa y con un derrame de consecuencias, en su mayoría predecibles, pero siempre con sorpresas. En 2019, cuando varios países de América Latina impusieron restricciones de tránsito a los venezolanos, muchos quedaron sin opciones de viaje aéreo y comenzaron a utilizar rutas más riesgosas, como la travesía del Darién.

La falta de vías seguras y regulares obliga a los migrantes a entregarse a traficantes de personas y a redes criminales, las cuales explotan su desesperación y convierten el desplazamiento en un peligroso laberinto de extorsión, abuso y violencia. No vale la pena argumentar que pueden coger un avión, puesto que los que se van en pateras o cruzando selvas y desiertos no lo hacen por miedo a las alturas. Es de verdad increíble que todavía, a estas alturas, haya que explicar esto.

Los venezolanos en EE. UU., principalmente en Florida, han llegado en su mayoría desde 2010 con niveles educativos altos, en comparación con otros inmigrantes. Sin embargo, enfrentan barreras como menor ciudadanía, bajo dominio del inglés y menores ingresos.

Sin embargo, bolichicos o criminales de alto rango del mismísimo Tren de Aragua, ya tienen estatus legal. Estos grandes capos no cruzan selvas: toman un avión y llegan con recursos más que suficientes para instalarse lujosamente, comprar seguro médico privado, montar negocios y arrancar el lavado de dinero. 

Estamos ante la nueva tendencia política, la impiedad, una falta absoluta de empatía. Hemos regresado a la creencia de razas superiores, a la creación de una especie de “raza aria"; donde solo los trumpistas más aptos sobreviven. Existe un extenso grupo de migrantes republicanos que siente que el malo es el migrante recién llegado, el sin papeles, el vulnerable, el frágil. Creen estar protegidos por La Ley de Enemigos Extranjeros.

La humanidad está dejando de serlo. Lo verdaderamente peligroso no está en quienes dirigen este circo, lo triste es como se van sintiendo superiores, que tan altos se sienten los enanos y el miedo que están dando los payasos.

Miles de venezolanos en las zonas más desconectadas del país visitan El Pitazo para conseguir información indispensable en su día a día. Para ellos somos la única fuente de noticias verificadas y sin parcialidades políticas.

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