Por: Jennifer Peralta
George es uno de los humoristas que menos me gusta. Encuentro que sus chistes tocan siempre los mismos temas y, además, es un humor que suele rozar ciertos valores conservadores con los que no comulgo.
Pero, a George lo bajaron del escenario de la Quinta Vergara antes de aterrizar en Chile, cuando a finales del año pasado los medios de este país decidieron crucificarlo por un tweet de hace unos años donde se refería a la “pobreza de mente" de aquellos que “aún lloran por Allende".
Sabemos que George es mordaz cuando habla del socialismo y la izquierda, y es comprensible dado que la dictadura venezolana viene de allí. Pero, y sobre todo, a George le cayó todo el peso de ser venezolano en Chile: la rabia por nuestro “caribeñismo" exacerbado en un país de personas reservadas; la incomodidad porque pedimos respeto a nuestros estudios en un país donde te endeudas veinte años para sacar una carrera universitaria, y donde importa mucho qué estudiaste y, ¡muy importante! dónde.
Ante esto, nuestra única defensa son esos títulos, porque llegamos prácticamente sin nada más. Aquí trabajamos duro, como cualquier migrante en la historia del mundo, ejerciendo la profesión o no. A George le tocó la rabia por la presencia del Tren de Aragua, de la cultura de los motorizados, de las personas que entran por caminos irregulares. A George le tocó aguantarse el hecho de ser venezolano.
Y repito: no, a George no lo bajaron anoche, a George lo bajaron hace rato. Porque tener el gentilicio de un país en crisis es un peso y, más aún, si la crisis significa pobreza. La aporofobia existe. Y no, no nos victimizamos a pesar de ser víctimas de una dictadura atroz. ¿Distinta a las que hubo en el Cono Sur marcadas por la derecha? Sí, pero no menos atroz porque sea de izquierda.
A George lo bajaron del escenario hace rato, personas que no tienen idea, o no quieren saber que en 2022 los venezolanos en Chile aportamos 409,7 millones de dólares en impuestos, mientras que el Estado gastó 247 millones de dólares en salud y educación para nosotros, dejando un saldo positivo de 161,8 millones de dólares.
Ahora, imagínense qué pasaría si se facilitaran los procesos de regularización e inserción laboral para nosotros. Según el estudio, el impacto fiscal podría aumentar a 510,1 millones de dólares, fortaleciendo aún más la economía chilena.
Pero (suspiró hondo) el público del Festival de Viña no está preparado para esta conversación. Yo sigo llevando tu luz y tu aroma en mi piel, y el cuatro en el corazón, Venezuela.
*Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y otros. (2023). Estudio de impacto económico de la migración venezolana en Chile: Realidad vs. potencial. OIM. https://respuestavenezolanos.iom.int/sites/g/files/tmzbdl526/files/documents/2023-11/4-page r-estudio-de-impacto-economico-de-la-migracion-venezolana-en-chile-002-002.pdf