Caracas .- Maria Elena Ramos es una médica venezolana de 52 años que emigró a Argentina, donde actualmente batalla en conjunto con el personal de salud de Buenos Aires contra el COVID-19. Allí recibió también la vacuna Sputnik – V.
La venezolana, egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), contó a El Pitazo que emigró en agosto de 2018 junto a su hijo mayor, que para ese entonces tenía 17 años, dejando en Venezuela a su hija de 10 años junto a su padre, quienes los alcanzaron un año después.
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«Yo evalué varios países a los que podría emigrar y tras evaluar varias cosas decidimos que la mejor opción era Argentina. Tardé al menos dos años en arreglar todos mis papeles antes de irme (…) Las apostillas, los pasaportes y los papeles que me acreditaban como médico profesional», cuenta.
Maria Elena se contactó con una amiga y colega, quien le dijo que podría orientarla y recibirla al llegar al país. «En el 2010 conocí a esta amiga que es uruguaya, pero ha vivido siempre en Argentina y me ofreció su casa para llegar, pero planifiqué ir solo con mi hijo, porque no quería llegar con la familia completa a su casa», señala.
Llegada al hospital
Al llegar a Argentina el 28 de agosto, la venezolana y su hijo tuvieron que comenzar a adaptarse al frío intenso, adquiriendo ropa de invierno para luego comenzar a buscar una manera de sustentarse económicamente. «Cuando llegué noté que aquí muchas personas buscan cuidadores de personas mayores y niños, por lo que decidí tomar esa oportunidad. Para mi ganar 2.000 o 3.000 pesos en una noche era bastante para haber llegado con poco dinero», narra.
Tras algunas experiencias como cuidadora, Maria Elena conoce, gracias a la amiga que la recibió, a Marcela Bustamante, directora del Hospital Mariano y Luciano de la Vega, en Moreno, Buenos Aires. «Le dijeron que yo era venezolana, pediatra y neumonólogo. Mencionaron que en ese hospital trabajaban más venezolanos, por lo que me hicieron ir una semana después», relata.
«Me dejaron ingresar como pasante en el hospital mientras arreglaba mi matrícula de médico para poder trabajar legalmente. Al principio, mi salario fue acumulativo, por lo que no lo percibí hasta diciembre y yo había ingresado en octubre al hospital», indica.
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Vacunada contra el COVID-19 en Argentina
Con la llegada del COVID-19 a Argentina en marzo de 2020, el personal de salud comenzó a prepararse. La venezolana narra que afortunadamente ya tenían previsiones para la llegada del virus al país. «Nos dieron todos los equipos, traje, tapabocas, caretas, gorros, guantes. Cumplimos un protocolo para atender a los pacientes y evitar lo más posible cualquier contagio», afirma.
«Actualmente estoy en el equipo de guardia de los viernes con dos venezolanas, ambas de Coro, Falcón, y un argentino. Hemos hecho una amistad espectacular y ayudamos a venezolanizar al Dr. Alejandro Bruno -argentino- quien nos ha tomado mucho aprecio», comentó.

Argentina cuenta con 1.220.000 dosis de la vacuna Sputnik – V para ser aplicadas. A finales de diciembre se transportó un lote de 300.000 dosis, mientras que a mediados de enero se realizó otro vuelo para traer otras 300.000. A su vez, el tercer cargamento llegó al país el 28 de enero, con 220.000 dosis.
Maria Elena y sus colegas recibieron la primera dosis de la vacuna rusa el 8 de enero de 2021, debido a que entraban en el personal de prioritario para su aplicación.

Para el 29 de enero el equipo del hospital recibió la segunda dosis de la vacuna, cumpliendo así el protocolo de 21 días para su aplicación. «Afortunadamente en mi caso no percibí ningún efecto colateral al haber recibido la vacuna, pero a mi colega venezolana se le presentó un dolor de cabeza leve, algo considerado normal en estos casos», explica.
Diferencias entre Venezuela y Argentina
La médica venezolana destacó el contraste entre el sistema de salud de Argentina y el de Venezuela, exponiendo que en ese país se encontraban preparados para la emergencia sanitaria que ya estaba advertida; teniendo insumos, protocolos y planes de cómo actuar ante la llegada del nuevo virus.

«Cuando estaba en Venezuela me generaba mucha angustia saber que trabajaba en un hospital en el que ya veía la falta de humanidad, de recursos y de poder atender adecuadamente a un paciente. Me preparé para ayudar al paciente, a las personas, y no poder hacerlo me frustraba mucho (…) Me aterró ver que no tenía tratamientos ni tapabaocas para protegerme a mi y a mis colegas», expresa.
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La médica pediatra asegura que se encuentra muy contenta y agradecida de sus experiencias en Argentina y la oportunidad de ejercer la medicina mientras construye una nueva vida junto a sus dos hijos y esposo.
«La verdad es que el gentilicio argentino es maravilloso (… ) Yo estoy muy contenta y les digo que cuando Venezuela se arregle, me llevaré a todas mis compañeras argentinas a que conozcan el Caribe», expresó.