Por Programa de Formación de Nuevos Periodistas
Caracas. Un pedacito de Venezuela habita en el Humboldt Park de Chicago, un lugar donde la comunidad de esta ciudad de Estados Unidos se reúne y disfruta de la naturaleza.
Allí, las empanadas que venden Daniel y Angélica, una pareja venezolana, se agotan antes de que finalice la mañana. Preparan entre 40 y 50 empanadas al día en la cocina de su casa mientras esperan la autorización para trabajar en el país norteamericano, reseña el medio Block Club Chicago.
«Aunque todavía no podemos trabajar legalmente en empresas, hemos hecho nuevos amigos y hemos recibido mucho apoyo para inmigrantes de la comunidad y las organizaciones locales», dijo Angélica a la organización de noticias locales de la ciudad.
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Los dos venezolanos son solicitantes de asilo. El improvisado negocio que instalaron frente al Departamento de Servicios Humanos de Illinois se ha convertido en un punto de encuentro para aquellos que buscan probar una auténtica empanada venezolana.
Gracias a su ubicación estratégica, nunca les faltan clientes, principalmente latinoamericanos y migrantes que ya están familiarizados con las empanadas venezolanas.
«Mucha gente de la fila viene aquí, pero recientemente más vecinos vienen y hasta conducen para comprar la comida: puertorriqueños, otros latinos, todos», dijo Daniel al medio local.
La más popular es la de carne mechada, aunque también han ganado fama entre sus clientes las de arroz con pollo, pabellón criollo y jamón y queso. Tanta fama han ganado estos aperitivos que la pareja se queda sin mercancía a las pocas horas de iniciar la jornada. También venden café y hacen entregas a domicilio.
La apuesta por un futuro en Chicago
Daniel y Angélica aseguran que han logrado sostenerse en Chicago junto a sus dos hijas, de 14 y 5 años, que estudian en una escuela bilingüe, gracias a la preparación y venta de este bocado popular y representativo de la gastronomía venezolana, con un ingreso semanal que oscila entre 400 y 600 dólares.
La pareja espera que sus permisos de trabajo sean aprobados en diciembre, lo que significa el final de un trámite que empezaron hace más de un año, cuando llegaron a Estados Unidos. De no conseguirlo, el fuerte frío de invierno que trae diciembre y enero les hará imposible seguir trabajando en la calle.
Los venezolanos apuestan por un futuro en Estados Unidos, que les permita poder salir del país, visitar a sus familiares en Venezuela y volver a Chicago sin problemas. «Sería genial tener un futuro aquí que nos dé oportunidades de empleo, estabilidad, documentación, para poder ir a ver a la familia y regresar aquí sin problemas», dijo Daniel al medio estadounidense.
Con información de Block Club Chicago