
A pesar del riesgo, sigue el desfile de venezolanos hacia Trinidad Tobago con el objetivo de encontrar solución a la crisis socio económica por la hiperinflación y el desabastecimiento de medicina y alimentos que impacta a los hogares. La situación fue documentada por el equipo de El Pitazo, que llegó hasta uno de los lugares clandestino de salida.
Era cerca de la medianoche cuando los perros comenzaron a ladrar en la pequeña comunidad indígena. El alboroto anunció la llegada de personas foráneas a la localidad de Pueblo Blanco, lugar de salida clandestina de venezolanos que migran hacia la costa de Trinidad Tobago.

“Son pasajeros, el bote debe estar a punto de llegar", comentó un lugareño en referencia de la embarcación responsable para el traslado de los venezolanos. Sin embargo no fue así. Los viajeros conformados por niños, mujeres y hombres jóvenes pernoctaron toda la madrugada en medio de enjambres de zancudos en la orilla del caño Macareo, afluente del río Orinoco.

Tras 12 horas de espera, llegó el cansancio y el hambre. “Ya viene la embarcación", dijo uno de las personas que acompañaba al grupo de venezolanos ansiosos por cruzar la frontera marítima.
“Yo era comerciante. Mi negocio se fue a pique y me quedaba los últimos 400 dólares, que lo gasté en la muerte de un familiar. Me quede en la ruina. No me queda más remedio que buscar horizontes. Tengo cuatro hijos", sostuvo una mujer que se identificó como Dayana.
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Pasado el mediodía comenzó el embarque, un niño con su mascota de perico australiano se encaminó hacia el bote peñero con capacidad máxima de 20 pasajeros. De igual forma, un joven acompañado con su cachorro de raza rottweiler se acercó hasta el bote y sin pedir autorización se montó con su mascota a la embarcación que le iba transportar hasta el vecino país.

“Por los caminos verdes", sostenía un grupo de mujeres en alusión al status de ilegalidad que significa cruzar la frontera sin autorización de las autoridades migratorias. Además, las personas que conversaron con el equipo de El Pitazo, que se encontraba en el lugar bajo anonimato, por la sensibilidad del tema de trata de venezolanos hacia las diferentes fronteras del país, confirmaron su viaje en forma clandestina.
Posteriormente fue confirmado que 52 viajeros lograron cruzar contra viento y marea en medio de la oscuridad el mar agitado, desafiando la naturaleza en un bote peñero con capacidad máxima de 20 pasajeros.
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