Guanare.- Jose Toribio Graterol , de 74 años de edad, falleció en Guanare, víctima de un carcinoma de parótida moderadamente diferenciado. No lo mató la enfermedad, denunció Alfredo González, su médico de cabecera, sino que no pudo costear el tratamiento de radioterapia, calculado en 2.800 dólares.
Según el médico, Graterol no tuvo acceso al servicio público de salud porque lo único disponible en su región distaba unos 600 kilómetros de su residencia.
La familia Graterol tenía que buscar cupo en el servicio de radioterapia del hospital de San Juan de los Morros, en el estado Guárico. Y para llegar hasta allá no contaba con transporte, alojamiento ni manutención durante la estadía del paciente. Serían al menos 39 sesiones.
La muerte temprana de Toribio Graterol es injusta, califica su médico al denunciar que por la desidia del Ministerio de Salud se perdió en el Hospital Universitario Miguel Oraá, de Guanare, el servicio de radioterapia, que fue rehabilitado en junio de 2014 bajo la administración del exgobernador de Portuguesa, Wilmar Castro Soteldo.
En 2014, el búnker de radioterapia fue sometido a trabajos de impermeabilización, pintura y adecuación de espacios y otras obras menores. Además, dotado de equipos de última generación tecnológica, entre los que se contaron un tomógrafo y un componente de braquiterapia para pacientes con cáncer de cuello uterino.
Luego de ocho años de aquella rehabilitación, el servicio está suspendido. El moho volvió a paredes y techos, los equipos están inoperativos, los trabajadores migraron y el refugio hospedaje de pacientes es ocupado por algunos médicos residentes, recuerda Alfredo González. «El servicio está cerrado», precisó.

La unidad de radioterapia del HUMO era el centro oncológico de referencia del centro occidente del país. En sus inicios atendía 60 pacientes diarios referidos de los estados Lara, Cojedes, Barinas, Trujillo y Apure. Contaba con una casa hospedaje para la estancia del paciente y su acompañante.
Fue una de las mejores de las 19 unidades de radioterapia de Medicina Nuclear que funcionan en el país, reconoció en aquel entonces Nuramy González Gutiérrez, coordinadora nacional del Sistema de Atención Oncológica del Ministerio de Salud.

Alfredo González aspira a que el Gobierno vuelva su mirada hacia este importante servicio y que le devuelva a los portugueseños la oportunidad de tratar sus patologías de cáncer en el Hospital Miguel Oraá.
Si estuviera funcionando el búnker de oncología de Guanare quizá José Toribio Graterol no muere tan pronto. «Le habríamos garantizado una mejor calidad de vida», aseguró el médico.