
Marcel Pérez cumplió seis meses refugiado en una comunidad indígena de Brasil, sus capacidades se ven limitadas debido a la cuarentena, mientras cumple con labores de agricultura y artesanía cuenta los días para regresar a su natal Venezuela.
Él es indígena pemón, natural de la comunidad Kumarakapay de la Gran Sabana, estado Bolívar, aunque su camino estaba signado hacia la actividad turística que es fuerte de quienes allí viven, el creció con amor y respeto a la justicia, por ello se formó como policía del estado Bolívar.
Nueve años le dieron la jerarquía de inspector, que luego se denominó supervisor. Logró su sueño de trabajar en Kumarakapay, en la comunidad que lo vio nacer y crecer, estaba cumpliendo con la ley y siendo el ejemplo de su familia pemón.
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«Mi decepción y la de varios compañeros comenzó con las desmejoras hacia la policía, vimos como todo se desmoronó y muchos se dedicaron a matraquear y a robar», contó a El Pitazo.
Marcel estaba en Kumarakapay cuando un grupo de 13 indígenas pemón decidió apoyar un alzamiento militar en la Gran Sabana, que tomó el Fuerte Luepa y se disponía a instalarse en el Fuerte Escamoto. La insurrección fue sometida y sus paisanos detenidos. «Yo no estuve involucrado en ese alzamiento, pero la persecución también fue en mi contra porque siempre denuncié, siempre me reuní con los líderes indígenas, siempre condené cualquier ataque u ofensa de parte del gobierno, si no me fuera ido de mi tierra hoy también estuviese preso porque iba a seguir denunciando las injusticias», relató.
Hoy en día Marcel lleva medio año sin ver a su hijo de cinco años ni a su madre, ellos siguen en Kumarakapay. En paralelo a las actividades que realiza para sobrevivir en la comunidad que le dió cobijo en Brasil, continúa formulando denuncias por sus redes sociales. Aseguró que falta poco para poder regresar a su terruño.
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