El Gobierno de Estados Unidos se sigue moviendo entre las negociaciones con el gobierno de Nicolás Maduro y el reconocimiento al Gobierno interino, presidido por Juan Guaidó.
Para curarse en salud, la gestión de Joe Biden no invitó a ninguno de los dos a la reciente Cumbre de las Américas, celebrada en Los Ángeles, California. Posteriormente se comunicó con el presidente de la Comisión Delegada Legislativa a través de una videollamada para reiterarle su apoyo y reconocimiento y antes de que finalizara junio envío de nuevo una delegación a Venezuela para tratar con Miraflores.
«En diplomacia es difícil tomar posturas binarias definitivas; es decir, o lo uno o lo otro. A veces para no reconocer que se cometió un error, aunque en un primer momento no parecía un error (mantra de Guaidó en 2019), la mejor posición (de EEUU) es tratar de mantener un diálogo o una conversación, algunas más evidentes otras no, con ambas partes del conflicto», sostuvo el doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar, Daniel Varnagy.
En declaraciones a Efecto Cocuyo, el profesor universitario destaca que a la fecha ni Maduro ni Guaidó han sostenido un encuentro formal con Biden y que los contactos han sido a través de terceros. El pasado 23 de junio, Fabiana Rosales visitó la Casa Blanca, donde se reunió con el propio Biden y la primera dama y Jill Biden.
Luego, en paralelo al envío de la delegación estadounidense, el embajador para Venezuela, James Story sostuvo una reunión con Guaidó en Caracas.
A juicio, tanto de Varnagy como de la analista política Stefanía Vitale, la diplomacia de Biden busca causar el menor daño posible en el conflicto político venezolano, empujado además por el contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania y la necesidad de petróleo.
«Queda claro que ante la imposibilidad de invitar a Guaidó, líder principal de la oposición desde 2019, a la Cumbre de las Américas, la movida diplomática de invitar a la esposa fue oportuna y le produjo al gobierno de Biden bajos costos frente a la relación con la oposición venezolana y de cara a las conversaciones con Maduro», señaló Vitale.
A través de su cuenta en Twitter, Fabiana Rosales destacó que Biden le ratificó el apoyo y compromiso de EEUU a la defensa de la libertad y que incluso le prometió que no «dejaría solos» a los venezolanos en la lucha por la recuperación de la democracia.
Para Varnagy, la ausencia de Guaidó en dicha reunión es una forma de Biden de reconocer «de una manera disimulada, discreta y elegante» que las esperanzas puestas en lo que podía lograr Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, a favor del cambio político en Venezuela, fracasó, aunque no le retire el apoyo del todo.
«Está claro que de manera voluntaria o involuntaria, Guaidó se convirtió en una pieza más de colaboración (con EEUU) que de oposición al sistema que encabeza Maduro. Esa reunión (Rosales-Biden) parece haber sido más protocolar que pragmática, muy probablemente del todo intrascendente en términos pragmáticos de política internacional», agregó.
Vitale coincide en que ante la realidad de la «derrota» de la oposición frente a Maduro, quien conserva el poder y se ve estable, «resulta natural» que la Casa Blanca se plantee un giro calculado en su estrategia hacia Venezuela.
Más aún, subraya que ante el fracaso opositor, el actor con poder de negociación ante el gobierno de Maduro es el gobierno de EEUU y no la Plataforma Unitaria.
«La política exterior y la política interior estadounidenses están demandando una atención y priorización en la agenda del gobierno de Biden inusuales; por lo tanto, Venezuela ocupa hoy allí un espacio redimensionado, principalmente delimitado por el tema petrolero. Para tratar este punto, el interlocutor de la Casa Blanca es Maduro y no Juan Guaidó, ni ningún otro actor político de la oposición venezolana», advirtió.
Tal como lo comunicó Fabiana Rosales, Vitale no prevé que Biden «desampare» del todo a la oposición política venezolana, por lo que podría estar esperando las primarias presidenciales de 2023 en aras de identificar a un nuevo interlocutor para una nueva estrategia política. Recuerda que los contactos con Maduro tampoco cesarán.
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El Gobierno de Estados Unidos se sigue moviendo entre las negociaciones con el gobierno de Nicolás Maduro y el reconocimiento al Gobierno interino, presidido por Juan Guaidó.
Para curarse en salud, la gestión de Joe Biden no invitó a ninguno de los dos a la reciente Cumbre de las Américas, celebrada en Los Ángeles, California. Posteriormente se comunicó con el presidente de la Comisión Delegada Legislativa a través de una videollamada para reiterarle su apoyo y reconocimiento y antes de que finalizara junio envío de nuevo una delegación a Venezuela para tratar con Miraflores.
«En diplomacia es difícil tomar posturas binarias definitivas; es decir, o lo uno o lo otro. A veces para no reconocer que se cometió un error, aunque en un primer momento no parecía un error (mantra de Guaidó en 2019), la mejor posición (de EEUU) es tratar de mantener un diálogo o una conversación, algunas más evidentes otras no, con ambas partes del conflicto», sostuvo el doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar, Daniel Varnagy.
En declaraciones a Efecto Cocuyo, el profesor universitario destaca que a la fecha ni Maduro ni Guaidó han sostenido un encuentro formal con Biden y que los contactos han sido a través de terceros. El pasado 23 de junio, Fabiana Rosales visitó la Casa Blanca, donde se reunió con el propio Biden y la primera dama y Jill Biden.
Luego, en paralelo al envío de la delegación estadounidense, el embajador para Venezuela, James Story sostuvo una reunión con Guaidó en Caracas.
A juicio, tanto de Varnagy como de la analista política Stefanía Vitale, la diplomacia de Biden busca causar el menor daño posible en el conflicto político venezolano, empujado además por el contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania y la necesidad de petróleo.
«Queda claro que ante la imposibilidad de invitar a Guaidó, líder principal de la oposición desde 2019, a la Cumbre de las Américas, la movida diplomática de invitar a la esposa fue oportuna y le produjo al gobierno de Biden bajos costos frente a la relación con la oposición venezolana y de cara a las conversaciones con Maduro», señaló Vitale.
A través de su cuenta en Twitter, Fabiana Rosales destacó que Biden le ratificó el apoyo y compromiso de EEUU a la defensa de la libertad y que incluso le prometió que no «dejaría solos» a los venezolanos en la lucha por la recuperación de la democracia.
Para Varnagy, la ausencia de Guaidó en dicha reunión es una forma de Biden de reconocer «de una manera disimulada, discreta y elegante» que las esperanzas puestas en lo que podía lograr Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, a favor del cambio político en Venezuela, fracasó, aunque no le retire el apoyo del todo.
«Está claro que de manera voluntaria o involuntaria, Guaidó se convirtió en una pieza más de colaboración (con EEUU) que de oposición al sistema que encabeza Maduro. Esa reunión (Rosales-Biden) parece haber sido más protocolar que pragmática, muy probablemente del todo intrascendente en términos pragmáticos de política internacional», agregó.
Vitale coincide en que ante la realidad de la «derrota» de la oposición frente a Maduro, quien conserva el poder y se ve estable, «resulta natural» que la Casa Blanca se plantee un giro calculado en su estrategia hacia Venezuela.
Más aún, subraya que ante el fracaso opositor, el actor con poder de negociación ante el gobierno de Maduro es el gobierno de EEUU y no la Plataforma Unitaria.
«La política exterior y la política interior estadounidenses están demandando una atención y priorización en la agenda del gobierno de Biden inusuales; por lo tanto, Venezuela ocupa hoy allí un espacio redimensionado, principalmente delimitado por el tema petrolero. Para tratar este punto, el interlocutor de la Casa Blanca es Maduro y no Juan Guaidó, ni ningún otro actor político de la oposición venezolana», advirtió.
Tal como lo comunicó Fabiana Rosales, Vitale no prevé que Biden «desampare» del todo a la oposición política venezolana, por lo que podría estar esperando las primarias presidenciales de 2023 en aras de identificar a un nuevo interlocutor para una nueva estrategia política. Recuerda que los contactos con Maduro tampoco cesarán.