Miles de enfermedades raras afectan a millones de personas en todo el mundo, pero debido a que cada caso es tan particular, los médicos luchan por diagnosticar con precisión estas enfermedades y tratar con eficacia a los pacientes de manera individual. Entre estas enfermedades se encuentra la cistinosis, que si bien es un padecimiento raro (afecta a unas 40 personas en Venezuela y 2000 en todo el mundo), es devastadora.
En octubre de 2019, Jordan Janz se convirtió en la primera persona en el mundo en recibir una terapia experimental para la cistinosis, una enfermedad genética. La cistinosis es causada por una alteración grave en la secuencia de un gen individual, lo que da como resultado una acumulación anormal de cistina (aminoácido sulfurado no esencial) en todas las células del cuerpo. Este extraño trastorno metabólico que padece uno de cada cien mil personas en todo el mundo, provoca daños en los tejidos de los órganos, los riñones, el hígado, los músculos, los ojos y también en el cerebro. El resultado es un conjunto de síntomas y consecuencias adversas, así como una muerte prematura. Los pacientes con cistinosis viven, en promedio, hasta los 28 años.
El tratamiento al que se sometió Janz fue físicamente agotador, los médicos extrajeron células madre sanguíneas de su médula ósea y las modificaron genéticamente en un laboratorio. Mientras tanto, se sometió a quimioterapia para eliminar las células defectuosas restantes en su médula ósea antes de obtener las recién modificadas. La quimioterapia le provocó a Janz dolorosas llagas en la boca que le impedían comer y además, perdió su cabello. Pero, participó como voluntario en este tratamiento porque sabía que la cistinosis lo estaba matando lentamente. El gen mutado detrás de esta enfermedad causaba la producción de cristales tóxicos de una molécula llamada cistina, que se acumulaban en todo su cuerpo. Vomitaba constantemente desde niño y sus riñones empezaron a fallar en la vida adulta.
Afortunadamente, la terapia genética experimental funcionó y detuvo la enfermedad. Incluso, volvió a crecer su cabello, pero para sorpresa de todos apareció en un color diferente: oscuro, casi negro, marcadamente distinto del “rubio casi blanco” de antes. De todas las cosas que se esperaba que alterara la terapia génica experimental, como la gravedad de los síntomas de la cistinosis, el color del cabello no era una de ellas. Cuando los científicos investigaron más a fondo sobre el cambio de color, descubrieron que el cabello oscuro no era una señal de que algo anduviera mal, por el contrario, podía ser un signo muy visible del funcionamiento de la terapia génica. Los médicos habían observado hace años que los pacientes con cistinosis tienden a ser más pálidos que sus familiares. Un estudio en ratones determinó que el gen que está mutado en pacientes con cistinosis normalmente juega un papel en la producción del pigmento melanina de color marrón, la responsable del color oscuro del cabello.
Pero, ¿cómo la modificación genética de sus células sanguíneas cambió el color del cabello? Si bien la mutación que causa la cistinosis afecta prácticamente a todas las células del cuerpo, la terapia génica solo cambió el ADN de una pequeña fracción de ellas. Los científicos eligieron modificar genéticamente las células madre sanguíneas porque tienen una habilidad especial: algunas eventualmente se convierten en glóbulos blancos, que viajan a diferentes partes del cuerpo. Los glóbulos blancos normalmente ingresan a todos los tejidos y órganos para “patrullar” en busca de patógenos. Los nuevos glóbulos blancos de Janz se modificaron genéticamente para expresar el gen que estaba mutado, llamado CTNS, y produce la cistinosis. Una vez que viajaron a sus ojos, piel e intestino, los glóbulos blancos comenzaron a “bombear” la proteína faltante. Las células en el área comenzaron a absorber la proteína y a eliminar los cristales de cistina acumulados durante mucho tiempo. En Janz, las proteínas anticistina de sus glóbulos blancos modificados llegaron a los folículos pilosos de la piel. Allí, eliminaron el exceso de cistina que bloqueaba la producción normal de melanina y su cabello se oscureció naturalmente.
La terapia génica reemplaza la proteína que falta, completando todas sus funciones. Los ensayos de terapia génica se han probado en cuatro pacientes más, los cuales han dejado de tomar cisteamina oral y los datos preliminares muestran que ahora tienen menos cristales de cistina en los ojos, la piel y el intestino. Su visión también ha mejorado un poco. Pero las mejoras en la función renal son más esquivas. En el caso de Janz tenía una enfermedad renal avanzada antes del tratamiento y necesitará un trasplante de riñón, pero ya no necesitan las gotas para los ojos ni las píldoras que solo retrasaban la progresión de su enfermedad y les dejaba un mal olor. La compañía que desarrolló esta terapia la está probando para otras enfermedades, ajustando el tipo de gen que se suministrará.
Este tipo de terapia abre nuevas posibilidades en el tratamiento de enfermedades raras, dando esperanzas a los pacientes con cistinosis. En el caso específico de este padecimiento, es posible que los pacientes deban recibir terapia génica a una edad temprana, probablemente antes de los 10 años, para evitar el daño irreversible en los órganos del cuerpo. Si funciona, un futuro niño que tenga cistinosis podría curarse a través de la terapia génica, evitando que necesite toda una vida de cisteamina o un trasplante de riñón, incluso también podría cambiar el color de su cabello.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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En octubre de 2019, Jordan Janz se convirtió en la primera persona en el mundo en recibir una terapia experimental para la cistinosis, una enfermedad genética. La cistinosis es causada por una alteración grave en la secuencia de un gen individual, lo que da como resultado una acumulación anormal de cistina (aminoácido sulfurado no esencial) en todas las células del cuerpo. Este extraño trastorno metabólico que padece uno de cada cien mil personas en todo el mundo, provoca daños en los tejidos de los órganos, los riñones, el hígado, los músculos, los ojos y también en el cerebro. El resultado es un conjunto de síntomas y consecuencias adversas, así como una muerte prematura. Los pacientes con cistinosis viven, en promedio, hasta los 28 años.
El tratamiento al que se sometió Janz fue físicamente agotador, los médicos extrajeron células madre sanguíneas de su médula ósea y las modificaron genéticamente en un laboratorio. Mientras tanto, se sometió a quimioterapia para eliminar las células defectuosas restantes en su médula ósea antes de obtener las recién modificadas. La quimioterapia le provocó a Janz dolorosas llagas en la boca que le impedían comer y además, perdió su cabello. Pero, participó como voluntario en este tratamiento porque sabía que la cistinosis lo estaba matando lentamente. El gen mutado detrás de esta enfermedad causaba la producción de cristales tóxicos de una molécula llamada cistina, que se acumulaban en todo su cuerpo. Vomitaba constantemente desde niño y sus riñones empezaron a fallar en la vida adulta.
Afortunadamente, la terapia genética experimental funcionó y detuvo la enfermedad. Incluso, volvió a crecer su cabello, pero para sorpresa de todos apareció en un color diferente: oscuro, casi negro, marcadamente distinto del “rubio casi blanco” de antes. De todas las cosas que se esperaba que alterara la terapia génica experimental, como la gravedad de los síntomas de la cistinosis, el color del cabello no era una de ellas. Cuando los científicos investigaron más a fondo sobre el cambio de color, descubrieron que el cabello oscuro no era una señal de que algo anduviera mal, por el contrario, podía ser un signo muy visible del funcionamiento de la terapia génica. Los médicos habían observado hace años que los pacientes con cistinosis tienden a ser más pálidos que sus familiares. Un estudio en ratones determinó que el gen que está mutado en pacientes con cistinosis normalmente juega un papel en la producción del pigmento melanina de color marrón, la responsable del color oscuro del cabello.
Pero, ¿cómo la modificación genética de sus células sanguíneas cambió el color del cabello? Si bien la mutación que causa la cistinosis afecta prácticamente a todas las células del cuerpo, la terapia génica solo cambió el ADN de una pequeña fracción de ellas. Los científicos eligieron modificar genéticamente las células madre sanguíneas porque tienen una habilidad especial: algunas eventualmente se convierten en glóbulos blancos, que viajan a diferentes partes del cuerpo. Los glóbulos blancos normalmente ingresan a todos los tejidos y órganos para “patrullar” en busca de patógenos. Los nuevos glóbulos blancos de Janz se modificaron genéticamente para expresar el gen que estaba mutado, llamado CTNS, y produce la cistinosis. Una vez que viajaron a sus ojos, piel e intestino, los glóbulos blancos comenzaron a “bombear” la proteína faltante. Las células en el área comenzaron a absorber la proteína y a eliminar los cristales de cistina acumulados durante mucho tiempo. En Janz, las proteínas anticistina de sus glóbulos blancos modificados llegaron a los folículos pilosos de la piel. Allí, eliminaron el exceso de cistina que bloqueaba la producción normal de melanina y su cabello se oscureció naturalmente.
La terapia génica reemplaza la proteína que falta, completando todas sus funciones. Los ensayos de terapia génica se han probado en cuatro pacientes más, los cuales han dejado de tomar cisteamina oral y los datos preliminares muestran que ahora tienen menos cristales de cistina en los ojos, la piel y el intestino. Su visión también ha mejorado un poco. Pero las mejoras en la función renal son más esquivas. En el caso de Janz tenía una enfermedad renal avanzada antes del tratamiento y necesitará un trasplante de riñón, pero ya no necesitan las gotas para los ojos ni las píldoras que solo retrasaban la progresión de su enfermedad y les dejaba un mal olor. La compañía que desarrolló esta terapia la está probando para otras enfermedades, ajustando el tipo de gen que se suministrará.
Este tipo de terapia abre nuevas posibilidades en el tratamiento de enfermedades raras, dando esperanzas a los pacientes con cistinosis. En el caso específico de este padecimiento, es posible que los pacientes deban recibir terapia génica a una edad temprana, probablemente antes de los 10 años, para evitar el daño irreversible en los órganos del cuerpo. Si funciona, un futuro niño que tenga cistinosis podría curarse a través de la terapia génica, evitando que necesite toda una vida de cisteamina o un trasplante de riñón, incluso también podría cambiar el color de su cabello.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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