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Albany Andara Meza | @AlbanyAndara
Foto por Mairet Chourio (@mairetchourio)“Estar loco es, sobre todo, estar solo. Pero estoy hablando de una soledad descomunal, de algo que no se parece en absoluto a lo que entendemos cuando decimos la palabra soledad. Aún no se han inventado las letras que puedan contener y describir una soledad así«
Rosa Montero, El peligro de estar cuerda
Hace 130 años los venezolanos sentían más recelo por el Hospital Psiquiátrico de Caracas que ahora. En aquel entonces lo llamaban «asilo de enajenados»: era un manicomio en el centro de la ciudad, del que circulaban cuentos oscuros para evitar que los niños de la zona, Lídice, se acercaran demasiado.
Hoy siguen abundando historias, pero ya no son rumores para espantar chiquillos curiosos; la última fue un escándalo que comenzó con la presencia de animales en uno de los pasillos de las instalaciones. Un par de vídeos fueron difundidos en redes sociales el 25 de mayo de 2022 y las imágenes retaban la cordura: eran tres cerdos grandes, que resoplaban a la cámara, dentro de uno de los cinco edificios que conforman el psiquiátrico.
A raíz de los comentarios de asombro e indignación de usuarios, los cerdos fueron llevados a un galpón en la parte trasera del hospital, el 26 de mayo. A finales del mes, fueron completamente retirados del sitio.
Katzenbach escribió que los psiquiátricos son lugares de delirios. Incongruentes y llenos de contradicciones. En 2022 el hospital en Lídice es poco más que lúgubre: el techo de varios edificios se despegó de su sitio, el suelo se agrietó vencido por el tiempo y la humedad, el agua filtrada arruinó las paredes y varias oficinas fueron deshabilitadas. El complejo, cuyo diseño se le atribuye al arquitecto Carlos Raúl Villanueva en 1931, resulta ahora un lastimoso recuerdo de lo que fue en el siglo XX.
Efecto Cocuyo realizó un recorrido con el personal del Hospital Psiquiátrico de Caracas en el mes de mayo, cuando documentó el estado actual de la infraestructura del sitio, una vez considerado un centro de especialización para muchos médicos.
El hospital funcionó sin demasiados sobresaltos hasta la segunda década de este siglo. En 2015 comenzaron a circular alarmas sobre las condiciones en distintos centros psiquiátricos del país. La crisis social y económica en Venezuela, agudizada entre 2016 y 2018, dejó su huella en Lídice: los especialistas del psiquiátrico comenzaron a huir del país y se unieron a una ola migratoria que suma 6 millones de venezolanos en 2022.
El bajo salario y la falta de medicamentos e insumos básicos de limpieza terminó por espantar a los trabajadores que se dedicaban a quitar la maleza o a limpiar. De acuerdo con Peter Contreras, directivo del Sindicato de Hospitales y Clínicas, este centro fue blanco de hurtos en varias oportunidades por la falta de vigilancia. Por ello, solicitaron apoyo al gobierno, que envió a un grupo de milicianos a cubrir distintas tareas.
Luego, las autoridades del hospital cedieron al grupo de la milicia una ala del abandonado Edificio uno, donde años atrás funcionaba lo que ellos llamaban «Servicios múltiples».
«¿Qué hacemos con cinco vigilantes en un hospital tan emblemático? De afuera se empezaron a meter y a robarnos los cables. Fue entonces que vinieron los milicianos», dijo Contreras. Actualmente, dentro del centro hay cuartos vacíos, oscuros y abandonados. En algunos pasillos retumba el eco de las pisadas. En distintas oficinas, donde han puesto solo escritorios y sillas, la luz se cuela por los agujeros en las paredes.
Sillas y muebles se dañaron o astillaron con los años. El personal los removió, en medio de una filtración que se extendió en todos los muros creando fisuras y levantando la pintura.
Hoy solo quedan operativas poco más de 30 camas. Originalmente, el hospital tenía capacidad para 200.
«Tenemos muchos problemas, pero 90 % de ellos son por humedad», dijo Astrid Ramos, administradora del centro, a Efecto Cocuyo.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos explica que los individuos que están expuestos a la humedad constante pueden sufrir efectos en la salud a largo plazo que inician con congestión nasal, tos o irritación de la garganta e irritación en los ojos.
El Centro de Investigación de la Crisis Venezolana (Cicv) alertó que la filtración y las goteras comúnmente llevan a la aparición de hongos o moho, perjudicial para el humano, ya que ocasionan problemas respiratorios, especialmente en personas inmunodeprimidas.
Actualmente hay 15 pacientes internados entre hombres y mujeres dentro del Hospital Psiquiátrico de Caracas, muchos de ellos no cuentan con familiares que los visiten. Están separados en dos alas distintas de un mismo edificio, donde funciona el Servicio 2, en el medio del complejo. No hay distinción entre las patologías, por lo que los que presentan neurosis están junto a los que tienen otros trastornos más graves.
«Todos se mantienen juntos. Lo que pasa es que el paciente que es neurótico a veces se descompensa porque está con un paciente que está psicótico», expresó el doctor Carlos Chasoy, especialista del hospital.
En el ala de los internados masculinos hay una reja que separa los cuartos del salón de insumos y los consultorios. Allí se extiende un patio amplio, rodeado por un muro de ladrillos donde hay un agujero muy cercano al suelo. Es lo suficientemente ancho para que quepan dos manos humanas, pero no un cuerpo completo. Los pacientes lo ignoran mientras caminan de aquí para allá, a la luz del día.
«La tuberías se tapan y por ahí es que a veces sacamos el agua sucia y el excremento de los baños», explicó Contreras. Los desechos caen a través del hueco, hasta la pared trasera de la zona de rehabilitación.
«Si tienen la ventana abierta, eso salpica», comentó el directivo del Sindicato de Hospitales y Clínicas. El 26 de mayo de 2022, un paciente caminó lentamente hasta los barrotes que impiden acceder a la zona de insumos y observó con curiosidad. Callado, se dio media vuelta. No hubo ruidos esa tarde. El único sonido de voces humanas era el del escaso personal que trabaja en el consultorio contiguo.
En el consultorio del Servicio 2 que está en el ala para hombres, el doctor Carlos Chasoy explica que el lugar se inunda cuando llueve. Debido al continuo paso del agua, grietas enormes cruzan el suelo.
Pero es lo que menos les preocupa: hace varias décadas el cableado del sitio fue instalado dentro de las paredes. Con la humedad y el tiempo, los cables han quedado al descubierto. Ahora deben procurar no tocar algunos muros cuando hay mal clima.
«Una de las paredes de la parte administrativa da corriente, porque se moja. Hay que tener cuidado», relató. El servicio de agua es deficiente. Tienen que mandar a llenar tobos con el encargado de mantenimiento durante las mañanas, para que los pacientes puedan bañarse.
Los aguaceros de abril de 2022, que afectaron a medio país, causaron el colapso del techo del área de Psicología del Hospital Psiquiátrico de Caracas, donde actualmente solo quedan dos profesionales de planta y un grupo de pasantes. Las planchas cayeron al suelo, lo que dejó las vigas desnudas y huecos por los que entran mosquitos al mediodía y el frío en la tarde.
El sitio está apartado del edificio dos, al este del complejo. Se accede por escaleras exteriores desde donde puede verse un cerro lleno de neblina espesa.
Luego de que una de las especialistas se enfermara por los niveles de humedad y comenzara a tener dificultad para respirar, Dorieth Castro, jefa del servicio de Psicología, entendió que no podían mantenerse allí por más tiempo.
«Venías a pasar coleto antes de la consulta, porque se navegaba», expresó.
Por sugerencia de los milicianos, psicólogos y pasantes se instalaron provisionalmente en dos oficinas del ala que había sido cedida a los primeros, a finales de abril. Sin embargo, no estaban solos. A un pasillo de distancia, entre resoplidos, descansaban tres cerdos adultos encerrados desde hace seis meses. Separados entre sí por cuatro muros verticales de poco menos de dos metros de altura.
El 25 de mayo, uno de los pasantes grabó a los animales y lo subió a las redes sociales. En menos de 24 horas, los videos fueron compartidos por lo menos 800 veces.
El director del psiquiátrico, doctor Mitchell Colmenares, aseguró en declaraciones posteriores que los cerdos no habían tenido ningún contacto con los pacientes y que estaban intentando reubicarlos en otro lado. Estos fueron retirados del edificio uno, pero detrás dejaron un lejano olor a orina y otros desechos.
El único edificio dentro del Hospital Psiquiátrico que no parece haber sufrido embates del tiempo o la crisis es el central: se debe a que fue restaurado por el Viceministerio de Hospitales y terminado en diciembre de 2021. De acuerdo con Astrid Ramos, lo único que falta es que el gobierno lo equipe y lo inaugure.
«Este hospital tenía un laboratorio y radiología para los pacientes y ya eso lo cerraron. Si tenemos accidentes con algún pacientes, hay que llevarlos al Hospital Dr. Jesús Yerena «, expresó Contreras.
Mientras tanto, el psiquiátrico funciona como puede. En lo alto de Lídice, donde la gente no se acerca por temores de otras épocas. Agrietado, va a cumplir 131 años, poco más de un siglo en la capital venezolana.
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Hace 130 años los venezolanos sentían más recelo por el Hospital Psiquiátrico de Caracas que ahora. En aquel entonces lo llamaban «asilo de enajenados»: era un manicomio en el centro de la ciudad, del que circulaban cuentos oscuros para evitar que los niños de la zona, Lídice, se acercaran demasiado.
Hoy siguen abundando historias, pero ya no son rumores para espantar chiquillos curiosos; la última fue un escándalo que comenzó con la presencia de animales en uno de los pasillos de las instalaciones. Un par de vídeos fueron difundidos en redes sociales el 25 de mayo de 2022 y las imágenes retaban la cordura: eran tres cerdos grandes, que resoplaban a la cámara, dentro de uno de los cinco edificios que conforman el psiquiátrico.
A raíz de los comentarios de asombro e indignación de usuarios, los cerdos fueron llevados a un galpón en la parte trasera del hospital, el 26 de mayo. A finales del mes, fueron completamente retirados del sitio.
Katzenbach escribió que los psiquiátricos son lugares de delirios. Incongruentes y llenos de contradicciones. En 2022 el hospital en Lídice es poco más que lúgubre: el techo de varios edificios se despegó de su sitio, el suelo se agrietó vencido por el tiempo y la humedad, el agua filtrada arruinó las paredes y varias oficinas fueron deshabilitadas. El complejo, cuyo diseño se le atribuye al arquitecto Carlos Raúl Villanueva en 1931, resulta ahora un lastimoso recuerdo de lo que fue en el siglo XX.
Efecto Cocuyo realizó un recorrido con el personal del Hospital Psiquiátrico de Caracas en el mes de mayo, cuando documentó el estado actual de la infraestructura del sitio, una vez considerado un centro de especialización para muchos médicos.
El hospital funcionó sin demasiados sobresaltos hasta la segunda década de este siglo. En 2015 comenzaron a circular alarmas sobre las condiciones en distintos centros psiquiátricos del país. La crisis social y económica en Venezuela, agudizada entre 2016 y 2018, dejó su huella en Lídice: los especialistas del psiquiátrico comenzaron a huir del país y se unieron a una ola migratoria que suma 6 millones de venezolanos en 2022.
El bajo salario y la falta de medicamentos e insumos básicos de limpieza terminó por espantar a los trabajadores que se dedicaban a quitar la maleza o a limpiar. De acuerdo con Peter Contreras, directivo del Sindicato de Hospitales y Clínicas, este centro fue blanco de hurtos en varias oportunidades por la falta de vigilancia. Por ello, solicitaron apoyo al gobierno, que envió a un grupo de milicianos a cubrir distintas tareas.
Luego, las autoridades del hospital cedieron al grupo de la milicia una ala del abandonado Edificio uno, donde años atrás funcionaba lo que ellos llamaban «Servicios múltiples».
«¿Qué hacemos con cinco vigilantes en un hospital tan emblemático? De afuera se empezaron a meter y a robarnos los cables. Fue entonces que vinieron los milicianos», dijo Contreras. Actualmente, dentro del centro hay cuartos vacíos, oscuros y abandonados. En algunos pasillos retumba el eco de las pisadas. En distintas oficinas, donde han puesto solo escritorios y sillas, la luz se cuela por los agujeros en las paredes.
Sillas y muebles se dañaron o astillaron con los años. El personal los removió, en medio de una filtración que se extendió en todos los muros creando fisuras y levantando la pintura.
Hoy solo quedan operativas poco más de 30 camas. Originalmente, el hospital tenía capacidad para 200.
«Tenemos muchos problemas, pero 90 % de ellos son por humedad», dijo Astrid Ramos, administradora del centro, a Efecto Cocuyo.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos explica que los individuos que están expuestos a la humedad constante pueden sufrir efectos en la salud a largo plazo que inician con congestión nasal, tos o irritación de la garganta e irritación en los ojos.
El Centro de Investigación de la Crisis Venezolana (Cicv) alertó que la filtración y las goteras comúnmente llevan a la aparición de hongos o moho, perjudicial para el humano, ya que ocasionan problemas respiratorios, especialmente en personas inmunodeprimidas.
Actualmente hay 15 pacientes internados entre hombres y mujeres dentro del Hospital Psiquiátrico de Caracas, muchos de ellos no cuentan con familiares que los visiten. Están separados en dos alas distintas de un mismo edificio, donde funciona el Servicio 2, en el medio del complejo. No hay distinción entre las patologías, por lo que los que presentan neurosis están junto a los que tienen otros trastornos más graves.
«Todos se mantienen juntos. Lo que pasa es que el paciente que es neurótico a veces se descompensa porque está con un paciente que está psicótico», expresó el doctor Carlos Chasoy, especialista del hospital.
En el ala de los internados masculinos hay una reja que separa los cuartos del salón de insumos y los consultorios. Allí se extiende un patio amplio, rodeado por un muro de ladrillos donde hay un agujero muy cercano al suelo. Es lo suficientemente ancho para que quepan dos manos humanas, pero no un cuerpo completo. Los pacientes lo ignoran mientras caminan de aquí para allá, a la luz del día.
«La tuberías se tapan y por ahí es que a veces sacamos el agua sucia y el excremento de los baños», explicó Contreras. Los desechos caen a través del hueco, hasta la pared trasera de la zona de rehabilitación.
«Si tienen la ventana abierta, eso salpica», comentó el directivo del Sindicato de Hospitales y Clínicas. El 26 de mayo de 2022, un paciente caminó lentamente hasta los barrotes que impiden acceder a la zona de insumos y observó con curiosidad. Callado, se dio media vuelta. No hubo ruidos esa tarde. El único sonido de voces humanas era el del escaso personal que trabaja en el consultorio contiguo.
En el consultorio del Servicio 2 que está en el ala para hombres, el doctor Carlos Chasoy explica que el lugar se inunda cuando llueve. Debido al continuo paso del agua, grietas enormes cruzan el suelo.
Pero es lo que menos les preocupa: hace varias décadas el cableado del sitio fue instalado dentro de las paredes. Con la humedad y el tiempo, los cables han quedado al descubierto. Ahora deben procurar no tocar algunos muros cuando hay mal clima.
«Una de las paredes de la parte administrativa da corriente, porque se moja. Hay que tener cuidado», relató. El servicio de agua es deficiente. Tienen que mandar a llenar tobos con el encargado de mantenimiento durante las mañanas, para que los pacientes puedan bañarse.
Los aguaceros de abril de 2022, que afectaron a medio país, causaron el colapso del techo del área de Psicología del Hospital Psiquiátrico de Caracas, donde actualmente solo quedan dos profesionales de planta y un grupo de pasantes. Las planchas cayeron al suelo, lo que dejó las vigas desnudas y huecos por los que entran mosquitos al mediodía y el frío en la tarde.
El sitio está apartado del edificio dos, al este del complejo. Se accede por escaleras exteriores desde donde puede verse un cerro lleno de neblina espesa.
Luego de que una de las especialistas se enfermara por los niveles de humedad y comenzara a tener dificultad para respirar, Dorieth Castro, jefa del servicio de Psicología, entendió que no podían mantenerse allí por más tiempo.
«Venías a pasar coleto antes de la consulta, porque se navegaba», expresó.
Por sugerencia de los milicianos, psicólogos y pasantes se instalaron provisionalmente en dos oficinas del ala que había sido cedida a los primeros, a finales de abril. Sin embargo, no estaban solos. A un pasillo de distancia, entre resoplidos, descansaban tres cerdos adultos encerrados desde hace seis meses. Separados entre sí por cuatro muros verticales de poco menos de dos metros de altura.
El 25 de mayo, uno de los pasantes grabó a los animales y lo subió a las redes sociales. En menos de 24 horas, los videos fueron compartidos por lo menos 800 veces.
El director del psiquiátrico, doctor Mitchell Colmenares, aseguró en declaraciones posteriores que los cerdos no habían tenido ningún contacto con los pacientes y que estaban intentando reubicarlos en otro lado. Estos fueron retirados del edificio uno, pero detrás dejaron un lejano olor a orina y otros desechos.
El único edificio dentro del Hospital Psiquiátrico que no parece haber sufrido embates del tiempo o la crisis es el central: se debe a que fue restaurado por el Viceministerio de Hospitales y terminado en diciembre de 2021. De acuerdo con Astrid Ramos, lo único que falta es que el gobierno lo equipe y lo inaugure.
«Este hospital tenía un laboratorio y radiología para los pacientes y ya eso lo cerraron. Si tenemos accidentes con algún pacientes, hay que llevarlos al Hospital Dr. Jesús Yerena «, expresó Contreras.
Mientras tanto, el psiquiátrico funciona como puede. En lo alto de Lídice, donde la gente no se acerca por temores de otras épocas. Agrietado, va a cumplir 131 años, poco más de un siglo en la capital venezolana.